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Fobias de invierno

Desperté de un jalón y con el corazón acelerado. Abrí los ojos y volví a recostarme, escuché el silencio, respiré profundamente y cerré los ojos de nuevo. Me tapé hasta la cabeza, el frío exterior de la madrugada me invitaba a sumergirme en lo más profundo de mis cobijas.

Fue entonces que llegó don insomnio y con él todos los miedos de invierno, esos que no me sorprendería encontrar en la tipología de fobia o en la medicina alternativa o en aquellas sintomatologías que aumentan en la recta final del año: desde aquel miedo que nos da tocar el piso sin calcetines luego de una noche helada o dormir solo cuando realmente te gustaría hacerlo acompañado de calor corporal, de alguien más…

O qué tal el miedo de llegar a las fiestas decembrinas sin tener a quién abrazar, el horror de subir de peso por los banquetes, que la tía chismosa te pregunte por tu pareja –esa que todos saben que no existe–; tener que sonreír en el brindis de la oficina y evadir los discursos sin sentido; el miedo de decepcionarte por no haber leído los libros que prometiste al inicio de año, o el de los fantasmas de los romances postergados; el temor de dar regalos que terminen en el rincón más olvidado de la casa, de que no te sobre dinero del aguinaldo, de, de… de volver a tener insomnio y pensar nuevamente en esto.

 

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Escritora. Observadora de la vida y los detalles. Me gusta compartir lo que veo, escribir con un ojo en lo real y el otro en lo imaginario.
Ilustradora. Silvana Ávila, aka Miss Tutsi Pop, no es una cosa ni una categoría, al parecer es un verbo, un proceso en evolución, una función integral del universo.
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