Skip to content

Gato

Cada que veo un gato pienso que tendrá un nombre portugués o italiano. Una vez conocí una gata que se llama Cartuna. Me sonó portugués. Este gato no podría ser Cartuna porque ella es pelirroja y le falta la niña encima.

Este gato come bolas de estambre. Pero sólo las come si ella les da una forma en especial. Los gatos son quisquillosos, eso ya se sabe. Ninguno comería una madeja de estambre hecha bola, por eso juegan con ella, porque no se la comen. Para que sea apetitosa debe tener un diseño, uno bueno y atractivo. Ella desenreda cada madeja y le va dando forma. Mira al gato a los ojos para saber qué figura se le antoja. Esto lo hace todas las noches, porque el gato es amable y le deja saber una noche antes qué querrá de comer por la mañana. Una vez que los ojos del gato le revelan la figura, ella se recuesta en su panza y las tripas del gato le dicen de qué material tiene que ser el estambre: si de algodón, si de nylon, si de rafia, si de cashmir. Estas no son sugerencias, son la orden del día siguiente.

Día tras día el gato come su estambre cuidadosamente confeccionado, hasta que los días se vuelven meses, los meses años y la panza de gato se llena de estambres. El gato suave por fuera es suave por dentro, como un gran suéter que mantiene calientito a cualquiera. Ella duerme allí, cobijada en el gran tejido de tripitas suaves de gato.

 

Loading
Escritora. Mar de nervios en esta carne contrahecha. Sentir, sentir, sentir. Y de ahí pensar. Y así decir. Y en todo eso vivir. Vivo colgada de la parte baja de la J en la palabra ojalá.
Ilustradora. Erika Posada, aka e.M.a. Publicista, diseñadora gráfica, ilustradora, freelance, libra, adoradora del sol, amante empedernida de los felinos y adicta al sonido que genera el aplastar hojitas y vainas secas en la calle.
Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

Magna

Espíritu

Ana camina entre la multitud enardecida hacia las puertas del Senado y, como si fuera una boda militar, todos le ceden el paso…

Volver arriba