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La vela

No te preocupes hijo, podrá faltar la electricidad, podrá faltar la comida; los hombres podrán tornarse unos contra otros y la obscuridad podrá devorarlo todo cada noche fuera de nuestras puertas pero, aquí dentro, mientras siga encendido el pabilo de esa vela todo estará bien.

Mientras el cordel siga cantando no habrá sombras estridentes debajo de tu cama ni monstruos hambrientos ocultos en el pasillo. No podrán los demonios abandonar su cárcel de fuego ni tendrán permiso los ogros de acercarse a tu cama. Pasarán de largo los duendes psicópatas de cuencas brillantes porque la incandescencia lastima sus retinas y hiere su piel. Seguirán su camino los locos caníbales adoradores de sangre y las brujas asesinas de dientes podridos que adoran la noche.

La mecha negra que brilla en la mesa se encargará de ahuyentar a los millones de insectos ávidos de carne y a cualquier rata gigante de dientes afilados que quisieran probar un poco de tu carne o hacer un festín con tus órganos. El halo luminoso de aquella torre de cera será suficiente para poner a raya a cualquier gusano o parásito que quiera excavar su guarida a través de tus oídos o fosas nasales para formar una familia en tus entrañas que poco a poco te coma desde adentro.

Incluso en tus sueños, mientras dure la cera, el pequeño brillo te amparará de pesadillas terroríficas en donde tu cuerpo se despedace o tu madre es asaltada por masoquistas que la violan mientras la acuchillan. También pondrá nubes y paisajes verdes donde pudieran aparecer tierras ígneas con las criaturas devoradoras de humanos y muertos vivientes que quieren arrastrarte a sus dominios para torturarte y saborearte con sus lenguas de culebra por toda la eternidad.

Ni siquiera el mismo diablo, Lucifer en persona, con sus cuernos de carnero gigante y sus collares de bebés empalados del ano a la boca podrá atravesar la puerta para respirarte su vaho negro de muerte y sufrimiento eterno en la cara, ni siquiera tendrá oportunidad de mirarte fijo con sus ojos de ceniza encendida y almas en pena.

No debes preocuparte hijo, la vela está encendida.

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Tras ganar su primer premio en efectivo, cambiarlo por brandy y cerveza y beberlos con sus rivales, descubrió su pasión por las letras y que la sopa en realidad sí es un buen alimento ...
Ilustrador y diseñador gráfico con tendencias autodidactas, autodestructivas y autómatas.
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