Skip to content

Lecciones básicas

Si es rico aunque sea tantito, y no me vengan con que no les gusta, porque la parchanga es la parchanga, el gusto es el gusto. Justamente, ahí donde se acaba de meter el Chevy está la mera fiesta: dos, tres, cuatro chamaconas listas para la batalla. Bueno, bueno, pa’ qué preguntas, mijo, usted déjese querer que “agujero, aunque sea de caballero”, y ¿qué sabes de amor si nunca te ha abrazado un oso?

¡Sí!, así como lo ves, a este asunto vienen tipos de todos lados y colores, y no es porque les guste la de arroz nomás porque sí, es porque mis niñas les dan cariño de sobra, son a todo dar y no los roban. Le llaman “la ruta del placer” o “la puti vuelta”. Es más, regresan a su casa contentos, relajados, con ganas de ver a su mujer y a los chamacos. Y así es todos los días: los que vienen a chingarse la raya o los que vienen pa´ conocer: a esos sí les llegan a hacer báscula ratera, pero es la novatada, ya después ellas solitas se ponen a mano con unos buenos mamuts.

Ora que si vienes muy lanza a dejar tus centavos, te van a regresar bien ordeñado pero de la cartera, mano. Esa es otra: saber medirse y venir por lo suyo, no por más. Es un ratito y nada de que te enamoras como chamaco, ni que te quieras llevar a una a vivir contigo. Porque aquí se trata de pasarla bien, de dejar la chingadera de todos los días a cambio de unos pesos, no de sentirse la mamá de Tarzán con las niñas. ¡Oh, que su chingada madre!, sí, las niñas, para mí son mis niñas.

Loading
Escritor. Editor y librólogo de lunes a domingo, trabajo desde el balconcito de mi casa, al lado de las dueñas de mis quincenas. Escucho música todo el día y como a mis horas. No me gustan las mascotas que puedan dejar pelos.
Ilustrador.
Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

Un plan corporal

Error

Mi especialidad son las malas noticias. “Imelda, esa cerveza es la noche”; apenas levantó los ojos, hundidos ya, e intentó buscar su camino,…

Ilusiones

Incertidumbre

Ahí estaba nuevamente la joven aquella que no hacía más que llenarle de rocío los pensamientos esternónicos y salivosos. Parada en la barra.…

Volver arriba