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No sin ella

Nadie escuchó sus pasos apurados bajar la escalera. Nadie imaginó que la joven favorita del pueblo, la más diligente y llena de vida fuera también el alma más triste, la más sola, la menos feliz.

Aquella fue una madrugada que nadie pudo olvidar.

Margarita dejó la casa de sus padres para no volver, fue en busca de un sonido, uno que gritaría antes de caer por el acantilado de la vieja Asturias.

«¡Margarita, Margarita!», fue lo último que sus labios pronunciaron.

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Escritora. «Larga y ardua es la enseñanza por medio de la teoría, corta y eficaz por medio del ejemplo.» –Anónimo
Ilustrador. Soñó que se caía, pero se agarró de un lápiz.
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No pares, ¡sigue leyendo!

Descifrar la niebla.

Amor y amistad

Poco quedaba por hacer, la ciudad era una ruina que dejaba testimonio de un esplendor lacerado. Sus habitantes preferían aquellos despojos de adobes,…

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