Skip to content

Seducción involuntaria

Dicen que hay cierta hora —un momento entre la noche y la madrugada— en la que ella sale a las calles a peinar los edificios con su cabello.

Cada una de las hebras que cubren su cabeza se extiende alrededor de las ventanas y, aunque es casi invisible, algo en la atmósfera la delata. Poco perceptible pero efectivo, ella logra un vínculo con lo material que te hace regresar a la ciudad. 

El caos encuentra calma cuando ella lo acaricia, lo seduce. Si tu vuelves no es por un pendiente, es porque ya estás prensado a su esencia, esa que aviva cuando disfrutas los momentos que  vives en la urbe.

Loading
Escritora. Observadora de la vida y los detalles. Me gusta compartir lo que veo, escribir con un ojo en lo real y el otro en lo imaginario.
1. Persona de pequeño tamaño oriunda de México que hace ilustraciones. A veces lo hace profesionalmente. 2. Que se alimenta de gumiballas. 3. Que hace milagros.
Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

El vigilante

Grasa

Lo veo en cuanto entra al supermercado. Desde que empecé a trabajar aquí descubrí a los de su especie. Me he dedicado a…

Volver arriba