Skip to content

Soliloquios

Por un instante fui libre, quizá demasiado libre.

Me daba el lujo de fumar dentro del agua mientras hacía ruidos con la nariz y un ejército de burbujas se concentraba en seguirme hacia las profundidades de aquella desnudez de agua helada.

El latido de mi corazón llevaba prisa, tanta, que ya casi no lo escuchaba; apenas un sonido borroso y un tímido (casi agónico) golpeteo dentro del pecho me indicaba que aún seguía vivo.

Por cada paso que daba, mi cuerpo descendía 10 centímetros, tal vez eran más, tal vez menos, pero estaba claro que el peso de mis recuerdos me estaba hundiendo.

El paisaje comenzó a ser otro, mis ojos reconocieron la sal del mar que cada vez era más espeso.

Mis otros ‘yoes’ habían quedado allá arriba como lirios acuáticos, vigilando con la mirada partida en dos, escuchando la profundidad del horizonte,

esperando la hermosa puesta del sol.

Loading
Lleguemos a un acuerdo, tú me lees, yo te escribo. «Había noches en que todo el mundo estaba como esperando algo y yo me sentía como un nómada fracasado, de esos que van a todas partes sin llegar a ningún lado.» Escribo «adios» sin acento para que no suene a despedida.
Escritor/Ilustrador. Diseñador gráfico alma vendida, hedonista de bolsillo vacío, activista de la pereza y los vicios solitarios, nacido en tierra de nadie Santiago de Cali, prosperó en la vida alegre y fue criado en modo experimental, casi como un hámster de ritmos tropicales, con la ternura y los dientes necesarios para dar un par de puñaladas de cariño y el justo pelito afelpado de la embriaguez. Cree que el juicio es una trampa, la cerveza es una dicha y el humor confunde al tiempo; cree que el dinero es para los amigos, los genitales para el viento tibio y un vaso de licor con hielos para mantener el equilibrio en cualquier ocasión que valga la pena. Dibuja desde siempre, con disciplina de borracho -tinta y mugre- y nunca termina nada, no sabe de finales ni de principios ni de la ciencia exacta del éxito. Pero sabe caminar por ahí, encontrando compinches que han iluminado las vueltas de su vida, y le escuchan sus teorías de viejo impertinente, iconoclasta y prostático, a cambio del poco tiempo que nos queda. Amén.
Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

Bye

Incertidumbre

Cristina se despide de todos a las tres y cuarto de la mañana. No quiso irse temprano con los «normales» pero tampoco quiere…

Diagonal

Humo

Anclado debajo de mis cejas. Mis ojos hacia adentro recuerdan tus ojos. Olvido. A diario te olvido. Mis noches ausentes de tu cuerpo…

Volver arriba