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Vérte/bras

La primera decisión que tomó me sorprendió gratamente. La oreja. Recordé a Manuel Ignacio en el colegio cuando me lamió esa misma oreja en clase de química… cómo me mojé aquel día.

Desapareció por horas.

Volvió por mi mano y un pedazo grande del antebrazo. Del dragón que me tatuó Ricardo Méndez desnudo en ese mismo antebrazo después de dos meses de andar y follar Suramérica, sólo quedó un trozo de lengua.

Durmió a mi lado, luego se fue y volvió al atardecer con un amigo.

El amigo dudó un segundo y atacó mi cara: empezó por el ojo y poco a poco acabó con el cachete en el que Robert Altmann depositaba su verga canadiense cuando quería cogerme en ese maldito frío de amor.

El otro, el pardo, olisqueó mis tetas, las lamió un poco pero un olor le llamó más la atención y allí en el bajo vientre recién depilado donde mi Francisco intentaría hacerme un hijo o dos en el hotel después de la escalada, se deleitó fogoso, masticando con lascivia y disfrutando conmigo del sol maravilloso que se colaba a través de la pared rocosa y las hojas de los árboles.

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Escritor/Ilustrador. Diseñador gráfico alma vendida, hedonista de bolsillo vacío, activista de la pereza y los vicios solitarios, nacido en tierra de nadie Santiago de Cali, prosperó en la vida alegre y fue criado en modo experimental, casi como un hámster de ritmos tropicales, con la ternura y los dientes necesarios para dar un par de puñaladas de cariño y el justo pelito afelpado de la embriaguez. Cree que el juicio es una trampa, la cerveza es una dicha y el humor confunde al tiempo; cree que el dinero es para los amigos, los genitales para el viento tibio y un vaso de licor con hielos para mantener el equilibrio en cualquier ocasión que valga la pena. Dibuja desde siempre, con disciplina de borracho -tinta y mugre- y nunca termina nada, no sabe de finales ni de principios ni de la ciencia exacta del éxito. Pero sabe caminar por ahí, encontrando compinches que han iluminado las vueltas de su vida, y le escuchan sus teorías de viejo impertinente, iconoclasta y prostático, a cambio del poco tiempo que nos queda. Amén.
Ilustrador. Me gusta caminar, observar atento, hablar y hablar y hablar, la palidez del otoño y sus colores en el aire, el olor del café y los rincones vacíos.
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