Skip to content

Bienvenida

En el preciso momento en que has cerrado los ojos y ni el más ligero goteo de luz entra por las paredes de tu cuarto, te miro fijamente. Ahí, muy silenciosa, escucho cada respiración tuya y siento unas ganas inmensas de apretar tu cuello y ver cómo mueres tras una hermosa desesperación.

Aquí, del lado derecho de tu almohada, siento el golpeteo de tu corazón sobre las sábanas y sonrío al pensar qué limpia y pura será tu habitación una vez que te hayas ido; ¿cómo será tener esa ventana por la que ves pasar a la gente cuando nadie vuelva a abrirla?

Si fuera posible me gustaría llevarme tu cabello o uno de tus ojos, para tener en el bolsillo ese calor eterno que nace del sol y muere en tu nombre. Y si me dijeran que esta es la última noche que vengo a desvestir tus pensamientos, te dejaría en el corazón toda la música que se escucha después de una guerra. También te diría que te estuve esperando y que eres bienvenida.

Loading
Escritor. Editor y librólogo de lunes a domingo, trabajo desde el balconcito de mi casa, al lado de las dueñas de mis quincenas. Escucho música todo el día y como a mis horas. No me gustan las mascotas que puedan dejar pelos.
Ilustradora. Buscadora, viajera, siempre cambiante. Contadora de historias en este viaje ilustrado.
Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

Alado deletéreo

Primero fue la imagen

Tara intentaba sonreír con la mejor de sus caras, estaba acostumbrada a fingir y las pastillas la ayudaban a que la realidad no…

Volver arriba