Me acuerdo de mí. No es desde un paisaje que podría o no despertarme la nostalgia. Tampoco es el gastado recuerdo de una juventud pasada, ni los sueños tan deseados que, sólo por ser sueños, los deseaba. No viene, este hedor de mí, de ninguna coladera abierta que yo haya dejado destapada por descuido. No es este un momento reflexivo que haga recuento de las victorias para, al fin, sólo jactarme de las pérdidas. No son mis horas perdidas, ni las sobras de una vida en vías de caducar. No es una herida rencorosa por sanar. No es nada de mí esta cueva abierta que me lleva a mí.
Escritora. Mar de nervios en esta carne contrahecha. Sentir, sentir, sentir. Y de ahí pensar. Y así decir. Y en todo eso vivir. Vivo colgada de la parte baja de la J en la palabra ojalá.
So pena de…
Una vez me contaron esta historia: una mujer joven y bien vestida, guapa y con dinero —o eso pensaba quien me lo dijo—,…
11:11 pm
Hay un lugar en el que podemos ser uno solo. En el que las paredes se disfrazan y las puertas no tienen ojos…