Skip to content

Fruta madura

Ya no tiene 23 ni esas piernas soberanas y dulces. Ya no son esas zancadas y horcajadas ágiles que arrancaban sorpresa cuando bailaba, cuando se mecía y se estremecía. Pero todavía se estremece, y gira y se desliza y baila, no siempre de pie.

El vientre, porcelana de cantos lucidos, ahora se abulta como serpiente enrollada que estira fauces de seda entre serenas columnas de espuma. Las nalgas breves y hermosas ahora son más hermosas por generosas, redondas y orondas. Los senos que marcan el rumbo hacia mañana.

Ahora pesa más sobre el suelo y deja huellas más profundas. Ahora se sabe una avasallante fuerza de la naturaleza. Ahora los mira a todos, con sus pechos que ya no son del muchachito de 23, con sus barbas teñidas para ensombrecer el tiempo, con sus abdómenes cebados a punta de ningún esfuerzo, con su flacidez olvidadiza y sus brazos de lastre.

Ahora es ella, siempre ha sido ella, quien escoge los silbidos de algún amor.

Escritor. Lugar común: perfil obsesivo compulsivo, pero es cierto y útil en producción editorial. Editor, traductor, corrector de estilo.

Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

Todos los santos

Primero fue el texto

Rebosan las mesas. Los cántaros, los tarros de sal, el pan oloroso de recién cocido, los platos generosos de mole y arroz y…

Bienvenida

Futuro

En el preciso momento en que has cerrado los ojos y ni el más ligero goteo de luz entra por las paredes de…

Volver arriba