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La bastardilla es nuestra

Escuchen hijos de puta, masturbadores, egocentristas, carentes de sexo y de moral, recicladores de esposas de medio uso, padres adoptivos del infierno personal ajeno aquí tienen a un hombre destrozado. Agusanado en la memoria del elefante, deteniendo el peso de su propia grasa en la punta de la aguja del señor. Estoy cansado de toda esta maniática idea del hogar, cápsula habitable y construida, (zorras, pornografía, sexo decepcionante y alimentos veganos) pos útero de materiales rocosos o maderables. Burbuja ácida donde con caos otros habito. Escuchad hijos de puta. Las minas saqueadas del corazón, el péndulo oscilante de mi hermosa cabezota, escuchen bastardos. Mostrarme el coñito, las dulces hebras de la toronja divina, mostradme el esqueleto, la sangre circulando por senos decapitados y la barba púbica del camaleón leopardo. Mete y saca, mete y saca. Jesús, he resistido, he llegado a los veinte, le he metido los cinco dedos de la mano al coñito de Andrea, he abierto la boca para recibir el semen de la luna por la carretera, el kilómetro donde se perdió la divinidad de mi madre. Escuchad sopas de pollo, las hemorragias de la esperanza vueltas ruido. He resistido los borrachos, las palizas, las humillaciones, el smog, los gemidos feministas, las orgías bestiales, el incesto. Escuchen hijos de puta, aventadme más, más leña para el joven encendido, más leña se los suplico, más matemáticas calientes. Aventadme más flores en el camino, en la cara, en la fiesta, aventadme más, más, más, más letras, pelanás. A gemir putas.

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Me enseñaron a escribir y a contar desde los tres años con ayuda de naipes, corcholatas de colores y revistas de ciencia. Mi televisión (de esas grandotas de madera ) no se veía, así que tenía que imaginarme lo que sucedía adentro, ¡oh imaginación! La poesía es como un sol, adentro, único y salvado: respirar de sus manos amigas, como de pájaros azules que se vuelan por el cráneo, pisar el pasto seco y el aroma acuarela de los mercados, decir con sus jaulas las negras olas desnudas que me toman por el brazo; el sol ondula por encima, como un pálido disco blanco enjuagado. Cuando no trabajo en mi laboratorio me gusta salir a caminar mucho y visitar el océano, ¡ah! y los efectos psicodélicos de las guitarras jaguar. Me gustan las puertas viejas y vencidas, los paseos sin sentido y el viento en la cara cuando voy en moto. No me gusta cortarme el cabello.
Es profesor investigador de la Academia de Arte y Patrimonio de la UACM e imparte clases de ilustración y diseño en la Universidad Iberoamericana. Labora en su estudio, proyectos de pintura, performance, cartonería, ilustración y diseño social y cultural, Así mismo desarrolla desde 2002 proyectos de gráfica e intervenciones urbanas.
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