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Nubes

Le gustaba ver las nubes, sobre todo cuando de una grande se despegan fragmentos que se unen a otras.

Le gustaba pensar que así tan rápido como cambiaban de forma, así las palabras amoldaban sus pensamientos. Nunca permanecía en una sola idea, brincaba de una a otra.

Inacabadas, rotas, tal como el cielo cuando parece haber sido rasgado.

Le gustaba pensar que las nubes eran más que algodones en las que su pesimismo caía para reconfortar su ánimo. Eran más el pretexto para divagar, para perderse entre recovecos, para huir de la pesadez de la rutina.

Entre más las veía menos pensaba. Sí, todo se desvanece, desaparece, se va con el aire, así como las intenciones.

 

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Escritora. Escribe para no olvidar(se). Escribe recordando que las letras divagan entre libros e imágenes, por eso se apresura a aprehenderlas. Escribe porque le atraen los instantes. Escribe porque le desespera esperar. Escribe aunque su letra sea todo menos bonita.
Ilustradora. Experta en llegar a casa sin dobladillo, hacerla de pepenador y mantener todo en absoluto desorden. “La Muñeca” (mote familiar que ganó al nacer por su tamaño convenientemente particular), se inclina por las artes gracias a los monos de perfil con grandes narices de su padre y a la famosa “libreta roja” de recortes y canciones su madre. Su incapacidad de recrear lo real nace a partir del “Alacrán, cran, cran” cuando, en lugar de una imagen, su madre pega uno real… Hace ilustraciones para revistas, libros para niños y de vez en cuando una que otra escultura con chicle o tela.
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