Si vieras cómo me gusta este prendedor que traigo acá en la mente. Cada vez que lo miro está tu cuerpo recostado y están tus labios, está el aroma de las sábanas, la almohada, tus labios de nuevo y tu piel de almendra y toda tú en la solapa de mi recuerdo más vivo y más piel.
Hoy te busqué por los pasillos de la tarde, caminé por los jardines y los parques de una ciudad saturada de todo menos de ti y me pareció un lugar tan ausente, un espacio cuya forma no te contiene pero que te insinúa en estos recuerdos que se enfrían en el plato de la mesa.
Y es que a veces las ganas de mirarte se me hacen grandes, tanto que siempre tengo miedo de que estés esperando en algún sitio y llegar tarde.
Sé que llegarás pronto, yo te diré que te esperaba y haremos el amor. Te besaré y te diré que te amo mientras siento tu cuerpo, te morderé el oído y mis manos jugarán en tu vientre a hacer círculos pequeños, mis brazos te apretarán la espalda, tu espalda suave y delicada como toda tú.
Beberé nuevamente la suavidad de pensarte, de mirar el prendedor que traigo en la solapa, este que es más deseo que recuerdo, más ganas de que llegues algún día y entres a la casa y me digas que esperarte estos años no ha sido en vano.