La misma ansiedad que conectó ese día a Venus con Júpiter en el mismo momento en el que el penúltimo destello de sol le daba de lleno a esta ciudad ambiciosa; esa misma ansiedad y ese mismo destello que penetraron su lado oeste, los árboles de su barrio más normal e involucraron inmediatamente al edificio «Peñas del viento» y más específicamente a la pareja que copulaba con frenesí de perrito faldero en el pasillo, al frente del apartamento 523, asustados vecinos copulándose por primera vez; esa misma ansiedad y ese mismo rayo de sol y ese mismo Venus y ese mismo Júpiter inevitablemente vinculados a la piel de la mujer, a su pierna temblorosa en la que agonizaba un espermatozoide moviendo su cola al aire libre, muriendo heroico con esa misma ansiedad.