Deja de mirarme así. Tus ojos están atravesando mi espalda mientras camino de regreso a casa. ¿No puedes decir nada? ¿No puedes gritar? ¿Pedirme que no me vaya?
Me tienes caminando con palabras en las manos, repitiendo para adentro la última frase, en un rebotar constante de mi lengua contra el paladar, mordiendo la última palabra que no quería decirte. Me tienes cansada, fumando el frío de la noche, desprendiendo mi carne de tu anzuelo, me tienes en retazos, arrepintiendo los últimos silencios. ¿En serio crees que no tenía nada más para decir? Ya cállate. Ya vete de esta calle, de mis ojos, de mis hombros, de mi cuello y mi cabeza. Esa selva que encontramos, la que fuimos en tu cama, esa selva va a morirse pronto. Me tienes caminando con el corazón prendido en fuego. Me tienes caminando con llagas en las manos. ¿Somos esto? Esto que ni siquiera podemos discutir. Qué hacemos con el incendio. Qué hago con los árboles ardiendo, con la furia de tus ojos. ¿Dónde guardo los animales que habito?. Voy a llegar a prender fuego a mi almohada, no la quiero, no la quiero con el sueño en llamas.