No se trataba de que me amaras, mis planes contigo eran otros menos nobles. Hoy me preguntas qué fue de esa mujer entercada en conquistarte, de ese cuerpo siempre húmedo y dispuesto, pero no hubo tal mujer, no fui yo quien llamó tu atención, quien tomó tu plaza, y es que ni siquiera ahora que me voy te das cuenta de cuál fue la estrategia, ni siquiera hoy eres capaz de ver la sinrazón de tu caída.
Te deseaba, eso no puedo negarlo, pero deseaba más que fueras tú el que me deseara a mí, o al menos eso creyeras, que era yo el objeto de tu deseo, porque al final eso que crees sentir por mí nada tiene que ver conmigo. Eso que crees perder con mi partida no viene de mí, ese miedo no es a perderme, pues no fui yo, no fueron mis virtudes ni mis encantos lo que quise mostrarte, fue algo más simple, aunque menos sublime.
No llores querido, no enfurezcas y te rompas los nudillos, no pierdes eso que crees necesitar, eso que crees amar con locura, eso se queda contigo. El punto débil que ahora sangra en tu corazón no habrá de abandonarte nunca, por ello te dejo en la recámara un regalo grande y claro que enmarqué para ti en hoja de plata, basta con que te pares frente a él y descubras por fin quién es ese a quien verdaderamente amas.