En cuanto llegues lo primero es que dejes tus cosas y agarres tu maleta del ballet, hoy es lunes y tienes que ir de blanco y con los zapatos rosas. Es muy importante para que te vayas acostumbrando al vestuario de la presentación. Yo ahí me voy a quedar a esperarte porque no quiero que lleguemos tarde al francés. ¡Cómo de que no! ¿Y luego? ¿Qué le decimos al maestro? ¿Y cuando no puedas decir ni pío en Francia? Ándale, ándale, luego alegas.
¿La tarea? Eso es para gente pendeja, Melanie, y si te dice algo la maestra le dices que yo pago para que mi hija haga lo que quiera. Y lo mismo con tu mamá. Ándale, súbete al carro, ya te preparé un licuado bien completo para el entrenamiento de hoy. Ni modo que te escojan para la selección del triatlón y te quedes a la mitad por no entrenar ni comer bien. Eso, mi campeona. ¿O qué, quieres ser de la bola como todos los chamacos de tu escuela?
Por supuesto que no puedes ir, Melanie, mi hija no se va a juntar ni con jodidos, ni con burros, ni con gente a la que le vale madres estar toda la semana perdiendo el tiempo. Tú por eso tienes una agenda, mi amor, para aprovechar el tiempo. Después me lo vas a agradecer y dirás: «¡Qué bueno que mi papá estuvo conmigo y tras de mí!».
Y mañana lo mismo, ¿me oyes? Tenemos que estar a las 4 con el profesor de ajedrez. Eso nos sirve para tener control de nuestro adversario y en ningún grupo de karate te lo enseñan. Paso por ti… y te quiero ver en dos semanas haciendo tu primer jaque mate, mi amor.