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El poema del amor

Lee como si me aullaras como si en tu boca se fueran a gastar todas mis letras esa boca que es boca mía repite en tu silencio mis otras bocas léeme desde el estómago hasta los dientes más blanquísimos de tu inocencia léeme con tu sexo de leopardos en el alma de tu sexo satisfecha lee con las manos en tu sexo en tu boca con mi sexo hecho de letras léeme como a la lluvia como si lloviera como si se ahogara todo tu sexo entre mis venas lee como si se gastara como si me fuera en tu aullido a gastar la primavera de tu sexo estremecido sin esperas lee como si me ahogara como si lloviera.

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Me enseñaron a escribir y a contar desde los tres años con ayuda de naipes, corcholatas de colores y revistas de ciencia.

Mi televisión (de esas grandotas de madera ) no se veía, así que tenía que imaginarme lo que sucedía adentro, ¡oh imaginación!

La poesía es como un sol, adentro, único y salvado: respirar de sus manos amigas, como de pájaros azules que se vuelan por el cráneo, pisar el pasto seco y el aroma acuarela de los mercados, decir con sus jaulas las negras olas desnudas que me toman por el brazo; el sol ondula por encima, como un pálido disco blanco enjuagado. Cuando no trabajo en mi laboratorio me gusta salir a caminar mucho y visitar el océano, ¡ah! y los efectos psicodélicos de las guitarras jaguar.

Me gustan las puertas viejas y vencidas, los paseos sin sentido y el viento en la cara cuando voy en moto. No me gusta cortarme el cabello.

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No pares, ¡sigue leyendo!

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