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Elementos de la noche

A mi tía Mirella que es la furia

Evening of beatitude,
even the book forgotten,
because the soul dissolves
lapped in quietude. —Samuel Beckett

madera verde,
cabello de humo,
avispa y dragón, cuervo,

prisa en el pecho,
las serpientes anidan en ese humo,
el humo se peina en esos dedos,

silueta ardiendo en la lluvia,
cabello poblado de ideas
o ideas pobladas de humo
como un volcán que echa a volar
sus nervios y copia el atardecer,

rumor de animal salvaje
poblando su piel a las estrellas,
muchacha desnuda, flotante,
a la velocidad de la vida y la muerte,

disuelta, impensable:
frágil y cortada
como horas como siglos,

ciudad de cenizas, ciudad de nadie, furia,
viento pulido por la lluvia
que huye al contemplar
por primera vez la noche.

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Me enseñaron a escribir y a contar desde los tres años con ayuda de naipes, corcholatas de colores y revistas de ciencia.

Mi televisión (de esas grandotas de madera ) no se veía, así que tenía que imaginarme lo que sucedía adentro, ¡oh imaginación!

La poesía es como un sol, adentro, único y salvado: respirar de sus manos amigas, como de pájaros azules que se vuelan por el cráneo, pisar el pasto seco y el aroma acuarela de los mercados, decir con sus jaulas las negras olas desnudas que me toman por el brazo; el sol ondula por encima, como un pálido disco blanco enjuagado. Cuando no trabajo en mi laboratorio me gusta salir a caminar mucho y visitar el océano, ¡ah! y los efectos psicodélicos de las guitarras jaguar.

Me gustan las puertas viejas y vencidas, los paseos sin sentido y el viento en la cara cuando voy en moto. No me gusta cortarme el cabello.

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