Equivocarse no es posible, ahora lo sé, pero no siempre fue así. En el pasado, que no existe y que nunca existió, todas las acciones e inacciones se me presentaban como fracasos, nada era suficiente.
Con el tiempo, sin embargo, todo tomó su lugar y lo que parecía inútil, errado, resultó ser la materia de lo más grandioso jamás ocurrido: la vida, la mía, la única y sin un sólo error.