Todo comenzó hace años, un día que por bajar corriendo las escaleras me tropecé y caí al suelo, escalón por escalón, hasta perder el conocimiento.
Y no sé qué pasó con la gente que me veía ni cuánto tiempo permanecí tirado, pero tuve una imagen de mí a lo lejos: ángeles me rodeaban y yo pensaba si era momento de abandonar la vida, dejar postrado el cuerpo y volar con ellos.
Luego de un rato desperté. Me miré las manos mientras el fétido olor de la coladera me hacía recordar el lugar donde estaba inmerso. Poco a poco me incorporé hasta levantarme, mareado, volátil. Mi mente inquieta traía de vuelta esa imagen. Sé que no era el cielo, tampoco el infierno. No volví a ser el mismo.
Desde entonces mi razón no conecta, divago, no duermo… Vivo expectante del momento en que interpretaré mis pensamientos.