No hace falta decir que de la autocrítica pueden brotar frutos muy valiosos para la antropología, pero sí advertir que en ese proceso pueden ocurrir tergiversaciones carentes de los fundamentos que presumen poseer.
—Mario Herrera 2014.
Un libro acaba de comprar el muchacho.
No escritor, no lo llenes de arrumacos, no le digas perversiones,
no le hables de la Khôra,
no le destroces el tímpano o el corazón del pene.
Es un libro, alas de murciélago o cabello de ángel,
no le cuentes mierda del mundo, el mundo ya es una mierda
como para andar embarrando las páginas en blanco.
Tiene problemas, todos los tenemos, no ha querido ir
por un libro a la biblioteca, te ha comprado, te va a leer y luego,
seguramente te platicará.
No le digas mentiras, no le hagas quedar como un estúpido ante
la gente que sabe, no le hables de dioses,
ni del cuerpo humano, no le hables de tus amantes imaginarias
sobre un globo terráqueo, la salamandra matutina pide una virgen para
despertar más tarde.
No eres ciencia y bien lo sabes, nadie nunca te estudiará sesudamente,
no acabarás en el estante a un lado de Vargas Llosa o de Fernández Repetto, pero no
desanimes a nuestro amable lector.
Un libro acaba de comprar el muchacho, sólo así lo lleva,
con el celofán como velo.