Tengo un cigarrillo en el corazón, de filtro quemado y aspiración disuelta. Rasgado a la mitad no sé en qué lugar quedó mi alma. Bajo las uñas cien letras entierran sus colmillos, dentro de las venas las palabras se llenan de alquitrán.
Estoy en ningún lado, distante dentro de mi cuerpo, mutilado en el tiempo. No puedo sentir mis zapatos, no puedo callar mis oídos, no puedo leer mi obituario.
Perezco, y sigo tan vivo que la inédita existencia me filtra entre las grietas del cemento.
Ilustraciones alternativas (finalistas de la convocatoria):