Skip to content

Reflejo

El mundo se le presentó de un día para otro como una gran oscuridad indescifrable en la que se veía obligada a moverse a tientas. Tendría que habituarse a nuevas costumbres sin lugar a dudas: a memorizar los espacios, los olores, las nuevas voces; tendría que aprender a pedir ayuda; tardaría un tiempo, pero podría asimilar la idea de no volver a leer, la dificultad de servirse un vaso con agua durante los primeros días. Su vida se llenaría de procesos y protocolos que jamás había considerado necesarios para vestirse, para cocinar. Yo estuve ahí ese día, entre toda esa gente, por casualidad. La vi derrumbarse sobre sus rodillas, tomarse la cara con ambas manos, entre gimoteos, y abrazar un poste de luz esperando que todo pasara. Se veía desorientada. Tenía miedo.

Es curioso cómo anda uno con la certeza de su visión por el mundo y nunca piensa en este tipo de cosas hasta que puede verlas de cerca. Es curioso también cuánto puede sufrir la gente en presencia del dolor ajeno sin hacer nada por mitigarlo.

Me tomó tiempo y mentiras calmarla, sacarla de ahí, llevarla a un hospital en el que no pudieron darle esperanzas ni explicaciones. Mientras la llevaba a su casa me pregunté si se habría avergonzado por perder la vista y si guardaba silencio por lo mismo. Traté de distraerla hablando de cualquier cosa, pensando que era lo menos que podía hacer, pero nunca me contestó. Cuando nos despedimos pude verme en sus ojos abiertos, en el nuevo color opaco de su iris. Éramos dos personas tristes que tomarían su propio camino.

Loading
Músico, escritor, lector, cinéfilo, melómano, hijo, primo, hermano y amigo nacido en la ciudad de México un hermoso y soleado miércoles 29 de febrero de 1984. Gusta de todas las formas de la imaginación y del humor sin discriminación alguna. También disfruta ocasionalmente de una buena novela policiaca. Sostiene que la escritura literaria es una búsqueda donde la voz del escritor debe ser la única constante. En alguna reunión llegó a afirmar: “Puedo suscribirme a cualquier corriente de pensamiento, siempre y cuando sea lo bastante corriente”. No ha recibido ninguna distinción literaria, pero ha otorgado dos títulos de “Abuela Honoris Causa” hasta el momento. El primero a Susan Sontag por su labor crítica y, sobre todo, por esta fotografía; el segundo a Wisława Szymborska por su obra poética y por la persona que imagina detrás de esos poemas. Participó en el proyecto de investigación de literatura policiaca “Crimen y ficción”. Actualmente escribe una columna mensual de cine para la revista Síncope, mantiene el blog “Antología (no tan) arbitraria de textos” y toca la guitarra en la banda mexicana de swing Cotton’s.
Ilustradora. Soy un pedazo de circunstancia mutante.
Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

Sin beneficio personal

Comodidad

En tu casa hasta parecía que el retrete sonreía Era como estar siempre en el momento perfecto, como cuando despiertas de un sueño…

Alado deletéreo

Primero fue la imagen

Tara intentaba sonreír con la mejor de sus caras, estaba acostumbrada a fingir y las pastillas la ayudaban a que la realidad no…

Volver arriba