Me acuerdo de mí. No es desde un paisaje que podría o no despertarme la nostalgia. Tampoco es el gastado recuerdo de una juventud pasada, ni los sueños tan deseados que, sólo por ser sueños, los deseaba. No viene, este hedor de mí, de ninguna coladera abierta que yo haya dejado destapada por descuido. No es este un momento reflexivo que haga recuento de las victorias para, al fin, sólo jactarme de las pérdidas. No son mis horas perdidas, ni las sobras de una vida en vías de caducar. No es una herida rencorosa por sanar. No es nada de mí esta cueva abierta que me lleva a mí.
Escritora. Mar de nervios en esta carne contrahecha. Sentir, sentir, sentir. Y de ahí pensar. Y así decir. Y en todo eso vivir. Vivo colgada de la parte baja de la J en la palabra ojalá.
El coleccionista de moscas
Cuando era pequeño me gustaba dejar abierta la puerta de la sala para que entraran las moscas, era fascinante escuchar su zumbido y…
Cómo se grabó el vacío
La pequeña grabadora grabó hasta el último rincón de la cinta. Aquella canción sin letra y sin afanes, que no hace más que…
Incandescencia
El doctor la miró por unos instantes y notó los nervios de su paciente, quien ya estaba sentada en el sillón del consultorio…
Ven a cenar, querida
Ahora es vieja. Los errores apilados en la piel le surcan cada recuerdo. Cada memoria está plagada de ese tiempo marchito que no…