Eres sol, luna, polvo estelar.
Al interior de tu cuerpo circulan restos de lo que hoy el hombre busca más allá del universo.
Partículas extraterrestres te confirman como un ser humano.
Sin ir más allá, tu figura forma parte de la galaxia; no te percatas pero es por eso que cada meteoro que se deja ver en la bóveda celeste arranca un suspiro fugaz, que va desde el centro de tu corazón.