Lo único que puedo ver es la parte de mi cuerpo que va de media pantorrilla hasta mis pies. Es de nuevo la visión de túnel que borra todo, hasta los límites. Los ojos desorbitados huyen de la cabeza, logro detenerlos sobre los tobillos. Todo lo que soy es hiperventilación y ahí se disuelve toda frontera. Las náuseas vienen amontonadas una tras otra e invaden este cuerpo que vuelve eternos quince minutos de crisis sin catarsis. Y los brazos son tentáculos incontrolables en los que sólo las manos logran asir alguna razón: se aferran a los tobillos y aprietan hasta perder el sentido. Entre los dedos, la piel me va quemando y se hace insoportable. Las uñas convertidas en embajadoras de la seguridad toman el control. No hay más camino que el que se hace desgarrando. Todo lo que soy es cuerpo hiperventilado, una respiración que lo violenta todo mientras me disuelve desesperadamente en cada cosa que está en esta habitación. Soy las paredes y las arrugas de las cobijas, la luz del foco que me quema los ojos y los ojos quemados. Los ruidos que vienen de la calle y la calle a la que son devueltos. Lo soy todo fundida en un espacio que me vacía el cuerpo hasta dejarlo perdido. Soy la desolación. Soy la desesperación. Soy las millones de células crispadas, encimadas, revueltas, confusas. Soy la sinsalida y el callejón que la acoge. De esto no se escapa, eso te lo aprendes después de las dos primeras veces. Entonces te dejas ir y viene ese movimiento pendular en el que el cuerpo se convierte en otra cosa, en un extraño que te ve raro, que sospecha de ti al mismo tiempo en que te tiende la mano; la traición se huele. No hay forma de pasar pronto ni fácil esta invasión de ti sobre ti misma. La cabeza se despedaza cada vez, infartada de cuerpo, tras el consuelo inútil de una laguna que lo borre todo. Pero soy todo esto agarrada de los tobillos.
Escritora. Mar de nervios en esta carne contrahecha. Sentir, sentir, sentir. Y de ahí pensar. Y así decir. Y en todo eso vivir. Vivo colgada de la parte baja de la J en la palabra ojalá.
Ilustrador. Enrique Cedillo (Cd. de México, 1985). Pintor, ilustrador y arquitecto mexicano. Su obra ha participado en varias exposiciones individuales y colectivas. Como ilustrador, su trabajo más reciente es “Libro (Bucólico/Citadino/Idílico/Infernal)” de la poeta ENE. Ha participado en diversos proyectos como director de arte, y en 2013 dirigió su primer cortometraje junto a Alfonso Ortiz: “Misantropía”, protagonizado por Mario Iván Martínez. Conduce el programa de arte y cultura Violenta Nocturna en radio por Internet.
De seducción y de vehemencia
Llegó la noche de nuestra cita pactada, aquella que premeditamos cada mes para encontrarnos solos y descubrirnos rodeados de una multitud. Decidí vestir…
Perro con collar de perlas
Supongo que aún te cuesta algo de trabajo caminar con esos tacones, pero te sienta muy bien la comodidad de ese collar de…
Te demoro
Te sigo escribiendo una carta. La guardo cuando me sale un te quiero. La rompo cuando pienso en irme.