Poco a poco, con el amanecer, la luz se cuela por la persiana revelando la habitación en penumbras. Lentamente se desliza mostrando la sábana en el suelo, la ropa deshecha y distendida; sube con pereza iluminando una cama y un pie de nácar, una pierna femenina y larga como un año de mala suerte y, a eso de las diez, unas nalgas tranquilas sembradas de diminuto trigo, de ese que sólo se ve a contraluz. A las once es evidente la ambigua posición de la mujer y su espalda brilla a rayas de persiana dejando ver un pelo revuelto que arde deliciosamente en olas congeladas. Pero es sólo hasta las doce del medio día, antes de que la habitación retorne a la oscuridad, cuando se adivina la sangre seca ya en la almohada y los ojazos del felino hambriento que no sabe a qué horas sería prudente empezar a cenar.
Escritor/Ilustrador.
Diseñador gráfico alma vendida, hedonista de bolsillo vacío, activista de la pereza y los vicios solitarios, nacido en tierra de nadie Santiago de Cali, prosperó en la vida alegre y fue criado en modo experimental, casi como un hámster de ritmos tropicales, con la ternura y los dientes necesarios para dar un par de puñaladas de cariño y el justo pelito afelpado de la embriaguez.
Cree que el juicio es una trampa, la cerveza es una dicha y el humor confunde al tiempo; cree que el dinero es para los amigos, los genitales para el viento tibio y un vaso de licor con hielos para mantener el equilibrio en cualquier ocasión que valga la pena.
Dibuja desde siempre, con disciplina de borracho -tinta y mugre- y nunca termina nada, no sabe de finales ni de principios ni de la ciencia exacta del éxito. Pero sabe caminar por ahí, encontrando compinches que han iluminado las vueltas de su vida, y le escuchan sus teorías de viejo impertinente, iconoclasta y prostático, a cambio del poco tiempo que nos queda.
Amén.
Ilustradora. Erika Posada, aka e.M.a. Publicista, diseñadora gráfica, ilustradora, freelance, libra, adoradora del sol, amante empedernida de los felinos y adicta al sonido que genera el aplastar hojitas y vainas secas en la calle.
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