Quiero irme a una playa de mares hondos y soles negros.
Caminar en mares blancos de soles locos y letras negras.
En playas de pasos fluorescentes
de lluvias lisas y vientos roncos.
Gritar hasta hacerme ola ebria.
Al militar en verdes acalorados,
romper la estrella guía.
Hacerme navío de espuma,
que olas rosas y un viento blanco
no limiten lo inaniciente.
Auras danzarinas de moho,
lauras apilando entre estrellas,
y en la roca ser el viento
en caminos de una planta seca.
Fanfarrias de una nación espuma
entre el cielo y su nación,
blandos castillos arenosos
y fracciones de su amor.
Una viscosa celda de moscas,
una larva entre el fino entronque
donde orgullosa espera extendiendo
pasos sanguinolentos sin parar.
Nadie nos lleva de vuelta
al valle del planeador roto,
sus airosas hélices áureas
sólo brillan, pero no llevan.
Parando en estaciones negras, un joven zumbido
acampa en mi piel vencida, la sangre se me evapora
de la frente y me vuelvo azul, una piedra-altar.
Caminos de amapolas en viñetas amarillas
rompen los encajes del infierno violeta
que me había electrificado.
Por fin, en limoneros y vahos
acampamos todos juntos.
Donde nos soñamos.