Andaba yo en la peda y de la nada que me pega un malviajote. Me tardé bien poquito en conectar lo puntos, mi carnal. Como eso que dicen que te pasa cuando estás a punto de morir, pero sin las partes chidas, sin todo eso tan bonito que sale en las películas, más como ese pinche momento donde creíste que perdiste la cartera y se te va el estómago al cogote.
Un minuto de puritita mierda, errores y ojetadas. Neta, mi carnal, neta está muy cabrón las mamadas que luego hacemos y cómo las guardamos como si nada, valiéndonos verga.
Antes decía que era culpa de esas pinches viejas locas, mi carnal. Pero ese puto minutito –en medio de esa pinche fiesta fea y esa peda gigante que traía– fue suficiente para callarme el pinche hocico.
Nomás me acuerdo de que en algún punto –entre el putazo de memorias, el mareo y la guacareada– me cayó el veinte bien ojete: TODO FUE MI CULPA.
Al chile ya pensándolo soy un hijo de puta. Merezco lo pinche peor, neta. Antes no me ha ido tan de la verga, mi carnal, es un milagrote.
Me cae que si no me hubiera encargado de salir amenazado de muerte, iría a regalarles aunque sea una pinche florecita a cada una y pedirles que neta me perdonen. Pero nel, ya después me puse a pensar y chance mejor me aplico chido con la Nancy, al fin que ella me quiere bien y pues yo también me he puesto vergas para no cagarla.
Mi carnal, ya se me va a acabar el saldo pero neta sí te quería contar todo este desmadre… un chingo de gracias por pelarme, ya voy llegando a la chamba, ahí me escribes en el feis al rato.