Aerolito.
Justo a la salida de un cantar ingrato de lentos decibeles amarillos, te vi.
Amanita. Ligera casi luna mujer-brillo
cocida a la tarde. Permanecí inquieto, no me notaron los pájaros envueltos
colorados sueños de leopardos
los callejones aparecidos, la noche imaginaria, el tráfico murciélago.
Tropecé con los cigarros
del sol
ciego que bebía a sombras.
los chillidos ya verdes de la tarde … ni siquiera era viejo.
El pelo envuelto entre más pelo. Azul: demonio
barriendo las ferias anaranjadas.
Anidados <entre cuerpos>
convertidos ahora en los esperantes.
S u r c o s de mi piel estrella, de ella
sus constelaciones en la espalda.
De eso: uvas animales.
Gemidos caseros. Hileras humanas.
Decidimos dominar el as. El delta. El axis.
C u l m i n a m o s al cielo
que enrojecido nos levantó hacia él.
”Hasta la luz se gasta, amado siervo”, dijo.
Al día siguiente lo volvimos a intentar.