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Pensándolo bien, mejor no

Oí gritos y a una persona toser a mi espalda.

Perdí la cabeza; no quería morir ahogado por la multitud. Corrí todo lo que me dieron las piernas, jadeaba. Atravesé el lugar y me escondí en los baños. Quedaba todavía una bala en mi revólver.

Recuperé el aliento. Reinaba un silencio extraordinario, como si los chillidos de esta sociedad convulsiva se callaran expresamente. Me puse el arma frente a los ojos, vi el agujero negro y pensé cómo la bala atravesaría mi cerebro: vería la pólvora expandirse por el aire antes de quemarme la cara por completo.

Volví a escuchar pasos. Cuchichearon un poco antes de gritarme que abriera la puerta. Alguien se acercó silenciosamente y trató de quitar la cerradura. Aunque tuve deseos de dispararles, me contuve. Esa última bala era para mí.

No entendía por qué tardaban tanto tiempo. Escuché que tomaban un objeto, no faltaba mucho para que empezaran a golpearlo contra la puerta y tirarla. Si me encontraban iban a golpearme, a tirarme los dientes y a reventarme alguna costilla. Yo no tenía su dinero.

Me apresuré a poner el cañón en mi boca, sudaba… Lo mordí fuerte pensando que así, al sufrir el impacto, la bala no se iría para otro lado. Pero no pude tirar, ni siquiera pude poner el dedo sobre el gatillo. Todo era silencio de nuevo.

Entonces tiré el arma y les abrí la puerta.

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Escritora. Bruja de oficio, cocinera de palabras por accidente. Cambio de color todo el tiempo porque no me gusta el gris, un poco sí el negro, pero nada como un puñado de crayolas para ponerle matiz al papel. A veces escribo porque no sé cómo más decir las cosas, a veces pinto porque no sé como escribir lo que estoy pensando, pero siempre o casi siempre me visto de algún modo especial para despistar al enemigo. Me gusta hablar y aunque no me gusta mucho la gente, siempre encuentro algún modo de pasar bien el tiempo rodeada de toda clase de especies. El trabajo me apasiona, los lápices de madera No. 2 también; conocer lugares me fascina y comer rico me pone muy feliz. Vivo de las palabras, del Internet y de levantarme todas las mañanas para seguir una rutina que espero algún día pueda romper para irme a vivir a la playa, tomar bloody marys con sombrillita y ponerme al sol hasta que me arda la conciencia. Por el momento vivo enamorada y no conozco otro lugar mejor. El latte caliente, una caja de camellos, una coca cola fría por la tarde, si se puede coca cola todo el día, y un beso antes de dormir son mi receta favorita para sonreír cuando incluso el color más brillante se ve gris. La Avinchuela mágica.
Ilustrador. Enrique Cedillo (Cd. de México, 1985). Pintor, ilustrador y arquitecto mexicano. Su obra ha participado en varias exposiciones individuales y colectivas. Como ilustrador, su trabajo más reciente es “Libro (Bucólico/Citadino/Idílico/Infernal)” de la poeta ENE. Ha participado en diversos proyectos como director de arte, y en 2013 dirigió su primer cortometraje junto a Alfonso Ortiz: “Misantropía”, protagonizado por Mario Iván Martínez. Conduce el programa de arte y cultura Violenta Nocturna en radio por Internet.
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