Escribo de lo que no es aún,
mientras el ayer queda cautivo
en la lágrima incipiente
de todos los días muertos.
Pienso en la nada,
en la incertidumbre,
en el segundo nuevecito
que justo al nacer se hace historia.
Todo habita en un soplo:
en el espacio que nos contiene,
en la memoria u olvido de alguien
o en el camino todavía inexistente.
Pensar en el tiempo es vano:
el pasado sólo es en la mente,
el hoy se muere con la luna
y sólo nos queda el mañana;
el deseo y la ilusión,
esa esperanza necia
que por sobre tiempos y sitios
es más fiel que los relojes.