Nos negamos a volar aun cuando el viento dirige nuestras alas.
Seguimos insistiendo en quedarnos aun cuando se acerca el devastador huracán.
Ofrecemos nuestras historias a quien sólo se dedica a coleccionarlas.
Perseguimos los rostros que se nos asemejan, pero que más de cerca se les descubren facciones sobrepuestas.
Insistimos en pertenecer a algo, a alguien, pensando que eso hará a nuestro corazón latir.
¿En dónde nacen las sonrisas? ¿Dónde estaban guardadas? ¿Cómo es que salen cuando menos lo quieres? Te das cuenta de que la has cagado, tus latidos te delatan, te has sonrojado.