I
Ahora vuelve el sol a dejarnos
Y entre la noche
tengo amarrado el corazón.
Mañana habrá un bien
y un mal para cualquiera,
no me preocupa.
Sobre mi pecho escarba
la resignación y el triunfo;
el tirano emperador del sueño.
II
Crece el cansancio en los ojos,
en los sonidos metálicos del sueño.
Crecen los ojos en la nada.
El corazón del silencio crece.
Crece el cansancio y el sueño,
así como en los ojos
la nada crece.
III
Han venido las flores a despedirse
afiladas al aire de primavera,
por las avenidas los árboles
inician su marchas hacia el monte,
se suceden uno a uno, sin prisa.
IV
Y quién detiene a la lluvia fresca
si la tarde se alegra con ella. Gira, revolotea,
enloquece.
No lo hará el viento, no lo hará el tráfico.
Nos vamos.
Ni las lluvias, ni la ropa, ni las flores nos llevamos.
Nos vamos como la lluvia, indiferentes nos vamos.