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Ahora

I
Ahora vuelve el sol a dejarnos
Y entre la noche
tengo amarrado el corazón.
Mañana habrá un bien
y un mal para cualquiera,
no me preocupa.
Sobre mi pecho escarba
la resignación y el triunfo;
el tirano emperador del sueño.

II
Crece el cansancio en los ojos,
en los sonidos metálicos del sueño.
Crecen los ojos en la nada.
El corazón del silencio crece.
Crece el cansancio y el sueño,
así como en los ojos
            la nada crece.

III
Han venido las flores a despedirse
afiladas al aire de primavera,
por las avenidas los árboles
inician su marchas hacia el monte,
se suceden uno a uno, sin prisa.

IV
Y quién detiene a la lluvia fresca
si la tarde se alegra con ella. Gira, revolotea,
            enloquece.
No lo hará el viento, no lo hará el tráfico.
Nos vamos.
Ni las lluvias, ni la ropa, ni las flores nos llevamos.
Nos vamos como la lluvia, indiferentes nos vamos.

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Me enseñaron a escribir y a contar desde los tres años con ayuda de naipes, corcholatas de colores y revistas de ciencia. Mi televisión (de esas grandotas de madera ) no se veía, así que tenía que imaginarme lo que sucedía adentro, ¡oh imaginación! La poesía es como un sol, adentro, único y salvado: respirar de sus manos amigas, como de pájaros azules que se vuelan por el cráneo, pisar el pasto seco y el aroma acuarela de los mercados, decir con sus jaulas las negras olas desnudas que me toman por el brazo; el sol ondula por encima, como un pálido disco blanco enjuagado. Cuando no trabajo en mi laboratorio me gusta salir a caminar mucho y visitar el océano, ¡ah! y los efectos psicodélicos de las guitarras jaguar. Me gustan las puertas viejas y vencidas, los paseos sin sentido y el viento en la cara cuando voy en moto. No me gusta cortarme el cabello.
Ilustradora. Buscadora, viajera, siempre cambiante. Contadora de historias en este viaje ilustrado.
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