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Al trasluz

Y aquí estoy, otra vez
Acechando en la oscuridad, el viso donde se librará la batalla, la potencia que podrá quebrar la indócil materia. Esperando el desgarramiento de esa pétrea frialdad sin poros que ponga fin a este confinamiento. Aquí estoy, al acecho de tu fragilidad, con los ojos sedientos de color, leyendo la herida que alumbrará contrastes.

Otra vez,
la piel despabilándose con la caricia del agua. Dúctil jabón en el sueño de la ducha, penetrado por el agua que traza ríos en su cuerpo. Impresión de luz y vida, vigilia de contacto, brillando el mundo en mis ojos.

De
ves envés,
ese bajo continuo, esa música me recobra. Siempre hay un reverso a contraluz, el reflejo de un matiz, una red que tamiza y cierne.

Algo se quebró dentro. Con el amanecer y el viento frío, la tónica anímica, mi sensibilidad se abrió y mi cuerpo, atravesado por la luz. La piel pulverizada, desgranada, horadada por los disparos de corpúsculos ondulatorios. Se tornó un tejido baladí, dejó de ser frontera, casi velo transparente, un cristal sin secretos.

Mi fragilidad me acechó, gozo de indefensión, de placer de serpiente y camaleón, mudando de fronteras y piel, con el mundo en la carne.

 

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Escritor. Sirocco es una agitación, un temblor, viene del desierto y de la mar. Susurra su camino al oído de la arena, allí deja su huella y presagia vida, pues en su camino respira el agua y le regala oleaje. Sirocco es movimiento, grito del silencio, fértil aridez que acoge las voces de todo, animado con su aliento. Así la tinta, como Sirocco en la arena, deja rastro. Sirocco un viento marino que escribe en el papel de las aguas, revela los trazos de la vitalidad, esa sorpresa del ojo ante el resplandor del rayo que penetra la espesura de la tormenta de arena; recuerda que hay que respirar, detenerse, ver y sentir, para seguir… Con la tinta, el barco ancla, se detiene en la mar, y llega a la luz el fondo; a veces, el surco sacude como un temblor y con la fuerza de un naufragio lleva a profundidades oscuras, donde habitan desconocidos seres marinos, terribles e inmemoriales. Sirocco es un nombre para la escritura de agua y arena, un nombre para ese rumor de trazos, en el sendero de la ventisca; Ella es un modo de conciencia, un caudal de sensación que se hace imagen. Por Él, ese viento del desierto, la arena se humedece de sal y la tierra transfigura semillas: magia alquímica, de metamorfosis y transmutaciones.
Ilustradora. Soy un pedazo de circunstancia mutante.
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