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Amar al mar

Llegó el día en que, después de casi cinco años, nos volveríamos a encontrar.

Abordé el avión vuelo vespertino para mirarte desde el cielo antes del atardecer y apreciar tus colores y formas, esas que a veces furiosas impiden que cualquiera se te acerque.

Bajé del avión velozmente para tomar un taxi; contuve las palabras, el silencio me acompañó en el camino. Por fin estábamos frente a frente.

Me quité los zapatos y me puse a correr. La arena caliente recorrió con su calidez mi cuerpo. Te miré y dejé que la brisa besara mi cabello. Abrí los brazos para respirar tu sal, escuchar tu canto y sólo mirar. Me senté a tus pies mientras mi silueta se dibujaba en tu figura desolada. El ir y venir de tus olas me acariciaba. Vi en tu inmensidad un sosiego que me invadió por dentro.

Me embriagué en tu calma para no pensar en el tiempo, hasta que me enraicé en tu lecho.

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Escritora. Observadora de la vida y los detalles. Me gusta compartir lo que veo, escribir con un ojo en lo real y el otro en lo imaginario.
Ilustrador. Lo que nos da la propiedad de reyes o reinas es la vida misma y el hecho de que la vivamos personal e individualmente aun cuando sabemos que somos parte de un todo, aun cuando en los momentos más oscuros nos consuele saber que nuestras oscuras preguntas estén en la mente / espíritu / alma / esencia de otros. Esa virtud innata de vivir es fuertemente enriquecida con la virtud de dar vida, de ser nosotros mismos canales para la creación de nuevos mundos que se impongan a la cuestionante y finita realidad. Es allí donde creo confluir con este proyecto de creación colectiva, donde los ríos se cruzan aumentando su caudal para simplemente seguir irrigando (sí, también, por qué no, hasta llegar al mar).
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