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Bajo una estrella negra

Mi amada que no quiere amarme.
Mi vida que no puede amarme.
Las seduzco a ambas.
—Jack Kerouac

Kareli, puerta eterna de Calakmul.
Te quiero como a mi hígado,
como quiero a mi hipófisis,
como quiero a mi testículo izquierdo
y tuyo es el primer pensamiento que tengo al despertar.
Pero cuando estoy dormido, atado al vientre de mi madre,
sueño con una luna africana
y máscaras exóticas de culturas primitivas
que me hablan con un lenguaje terso, amable, como tú amor mío.

Le pertenezco a la ola y es necesario que lo diga.
Te hablo mucho, pero no te pienso,
en mis sueños no protagonizas nada,
ni una batalla, ni un secuestro. Todo es mío:
monjes budistas, libros pornográficos garabateados en las cuevas
de mi corazón, estrellas escupidas por todo el ancho Mar Negro.

Como conejos muertos
y luego salgo a trabajar, ¡la basura y misericordia!
La industria de la espuma.

Amo solamente a lo que he escogido en el universo,
y estoy orgulloso que en una parte de eso estás tú.

Luego, al despertar y ver a mi lado toda
esta obra de marionetas, la cursilería,
la geometría de la experiencia,
tu cuerpo, tumba de mi sexo.
Imagino que esto será para siempre.
Y es entonces, pero sólo hasta entonces,
que me vuelve a amanecer.

Me enseñaron a escribir y a contar desde los tres años con ayuda de naipes, corcholatas de colores y revistas de ciencia.

Mi televisión (de esas grandotas de madera ) no se veía, así que tenía que imaginarme lo que sucedía adentro, ¡oh imaginación!

La poesía es como un sol, adentro, único y salvado: respirar de sus manos amigas, como de pájaros azules que se vuelan por el cráneo, pisar el pasto seco y el aroma acuarela de los mercados, decir con sus jaulas las negras olas desnudas que me toman por el brazo; el sol ondula por encima, como un pálido disco blanco enjuagado. Cuando no trabajo en mi laboratorio me gusta salir a caminar mucho y visitar el océano, ¡ah! y los efectos psicodélicos de las guitarras jaguar.

Me gustan las puertas viejas y vencidas, los paseos sin sentido y el viento en la cara cuando voy en moto. No me gusta cortarme el cabello.

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