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El suspiro de los desencantados

Ella: Juguemos de nuevo, ahora a que suspiramos juntos.

Él: Mejor sigamos jugando a que estamos muriendo juntos.

Ella: Pero será mejor si salimos. Así todos en el mundo exterior sabrán que nuestro juego es divertido y nos envidiarán.

Él: Mejor concluyamos de una vez… Mira, el agua de la cafetera está hirviendo. Juguemos a que nos vertemos chorros de agua el uno al otro.

 

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Escritor. Estudié Ciencias Políticas y no creo en la política. Escribo y leo, pero prefiero los cómics. Me gustan las comedias, y la historia de mi familia es deprimente. No creo en dios y creo que dios menos cree en mí. Confío en que algún día se levantarán los muertos, y por eso veo películas de zombies. Todos los días pienso en cómo escribir la novela más convincente sobre el fin del mundo.
Ilustradora. Experta en llegar a casa sin dobladillo, hacerla de pepenador y mantener todo en absoluto desorden. “La Muñeca” (mote familiar que ganó al nacer por su tamaño convenientemente particular), se inclina por las artes gracias a los monos de perfil con grandes narices de su padre y a la famosa “libreta roja” de recortes y canciones su madre. Su incapacidad de recrear lo real nace a partir del “Alacrán, cran, cran” cuando, en lugar de una imagen, su madre pega uno real… Hace ilustraciones para revistas, libros para niños y de vez en cuando una que otra escultura con chicle o tela.
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El sucio negocio del amor

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Llevaba las monedas apretadas en la mano sintiendo, oliendo, saboreando casi ese metal, ese olor insufrible de la moneda vieja que además no…

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