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Espérame, Esperancita

Espérame, Esperancita, que no tardo.

Salí esta mañana convencido de que el día sería corto. Sólo tengo un par de citas en la oficina, reunirme con poca gente e ir a las compras por la tarde. No quiero que tengas ningún pendiente hoy. Hoy es un día especial.

Las doce del día iban cayendo con su sombra encima de todas las cosas. El trabajo va bien. Las doce con cinco y miro tu foto, una de las que traigo en el celular, en la que estás vestida con una blusa lila, mirando como de tres cuartos, mirándome. Eso es lo que me da más gusto de los aparatitos: traer fotos tuyas, Esperancita. Eres tan hermosa.

Te he visto durante casi veinte años y nunca me habías parecido tan bella como hoy, en esa foto. Las dos de la tarde se perfilan en el reloj. Ya casi salgo, Esperancita.

Cierro dos o tres asuntos; el día va de maravilla. Estoy seguro de que es porque hoy pienso mucho en ti. En tus manos y en el beso que me diste antes de salir. No tardo, Esperancita.

Camino a casa voy a pasar a la panadería que te gusta y te voy a llevar la sorpresa del pan recién horneado. ¡Cómo se me antoja un café con leche, como el de los Chinos! Y pan, compartir el pan contigo. ¡Ay, Esperancita! Te imagino viéndome llegar a la casa y el abrazo con el que me recibes siempre. Sigo sin entender cómo me amas tanto que se te llenan los ojitos de verme. Es la suerte, supongo, la suerte de haberme encontrado contigo, Esperancita, hace casi veinte años.

La calle se pone oscura de pronto, debo haber perdido la noción del tiempo, porque pensé que estaría contigo antes de que fuera de noche. Aprieto el paso y el viento se me va colando por la espalda. Espérame, Esperancita, ya no tardo. Tengo que dar vuelta en esta esquina, ¿o era la otra? ¿Dónde quedó la panadería?

Siento en los ojos piedritas de polvo que me van nublando la vista. Y me pierdo, Esperancita, pierdo el camino a casa, el camino hacia a ti. ¿Dónde estoy, Esperancita, dónde estás? Es este camino que no es el nuestro, que no me lleva a ti. Perdí el camino, Esperancita, y no sé cómo volver, a ti, Esperancita, a ti.

Mis ojos confundidos tratan de ver y no lo logran, y tú, Esperancita, estarás en casa, sentada en el sillón donde nos acurrucamos por las noches antes de ir a la cama. Te imagino entrelazando tus manos pensando que me habrá pasado algo. Yo quería no tardar, Esperancita, pero no sé llegar. Se me perdió el camino, Esperancita. No quiero tardar…

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Escritora. Mar de nervios en esta carne contrahecha. Sentir, sentir, sentir. Y de ahí pensar. Y así decir. Y en todo eso vivir. Vivo colgada de la parte baja de la J en la palabra ojalá.
Ilustrador. Enrique Cedillo (Cd. de México, 1985). Pintor, ilustrador y arquitecto mexicano. Su obra ha participado en varias exposiciones individuales y colectivas. Como ilustrador, su trabajo más reciente es “Libro (Bucólico/Citadino/Idílico/Infernal)” de la poeta ENE. Ha participado en diversos proyectos como director de arte, y en 2013 dirigió su primer cortometraje junto a Alfonso Ortiz: “Misantropía”, protagonizado por Mario Iván Martínez. Conduce el programa de arte y cultura Violenta Nocturna en radio por Internet.
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