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Felpa

La madre entra con sigilo en la habitación penumbrosa para encontrarse con la niña, quien le dice con voz firme a su osito de juguete:

«…Peleo con vos como la uña lucha con la carne, batallando microscópicamente e introduciéndose sin misericordia entre la rosada infección, hablo con vos como los borrachos, con la memoria hecha un lastre y la desconfianza plena de que el otro me va a robar el trago apenas lo deje de mirar, bailo con vos como bailan las moscas ante un festín inmundo, con el meneo sincopado del pasto crecido y con bofetaditas esporádicas de vibración pura, sudo con vos como sudan los árboles su leche espesa, sudo con vos con la frustración de los domingos y la desesperanza de los lunes, hablo con vos tartamudeando preguntas, buscando que me plazca oírte, evitando el asco con mis palabras, sueño con vos y sos mi enemigo más puro, el que me lleva de la mano a la oscuridad…».

La madre entra en estampida gelatinosa, le arrebata el oso de las manos, lo rasga furiosa y arroja sus pedazos por la ventana gritándole a dios que salve a su niña, a su flaca niñita tierna que la mira extrañada aún sentada en el suelo tranquila y sosegada, aún sentada en el suelo hablando con su sombra.

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Escritor/Ilustrador. Diseñador gráfico alma vendida, hedonista de bolsillo vacío, activista de la pereza y los vicios solitarios, nacido en tierra de nadie Santiago de Cali, prosperó en la vida alegre y fue criado en modo experimental, casi como un hámster de ritmos tropicales, con la ternura y los dientes necesarios para dar un par de puñaladas de cariño y el justo pelito afelpado de la embriaguez. Cree que el juicio es una trampa, la cerveza es una dicha y el humor confunde al tiempo; cree que el dinero es para los amigos, los genitales para el viento tibio y un vaso de licor con hielos para mantener el equilibrio en cualquier ocasión que valga la pena. Dibuja desde siempre, con disciplina de borracho -tinta y mugre- y nunca termina nada, no sabe de finales ni de principios ni de la ciencia exacta del éxito. Pero sabe caminar por ahí, encontrando compinches que han iluminado las vueltas de su vida, y le escuchan sus teorías de viejo impertinente, iconoclasta y prostático, a cambio del poco tiempo que nos queda. Amén.
Tras ganar su primer premio en efectivo, cambiarlo por brandy y cerveza y beberlos con sus rivales, descubrió su pasión por las letras y que la sopa en realidad sí es un buen alimento ...
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