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La casa

Esta es la sala. Como verás, tiene lucecitas, LEDs y hasta una bola disco que me regalaron de cumpleaños. Lista para tomarse unos tragos, trabarse y pasar una buena noche con los amigos. Este es el comedor, que no es mío pero el amigo que me lo dejó quién sabe cuándo rente un departamento lo suficientemente grande para llevárselo. Ese cuadro lo pinté yo, ese cuadro mi hermano, y la pared es obra comunal de cuando empezamos a querer pintar grafitis. El suelo es de madera, sí, pero de madera vieja. Verás por ahí uno que otro hueco, pero es que como el depa está medio emproblemado, los dueños no quieren invertirle un peso. De vez en cuando llamo a un carpintero para que los vaya tapando. La cocina, como puedes ver, es pequeña pero sirve para cocinar rico. Aquí están los platos, allá la alacena y en este cajón los cuchillos. Los cuchillos son buenos, de esos de chef. Cortan lo que quieras, rasgan la carne sin problema, puedes hasta picarte la mano sin darte cuenta. El pasillo. La puerta roja es el baño. Pequeño, pero me las ingenié para meter una tina. Antes había una lavadora, por eso está ese enchufe justo sobre la tina. Puse una repisita y ahí dejo el secador y el radio y lo que quiera conectar. El estudio. Aquí trabajo todos los días. Puse una bolsa de box y una barra en la puerta para ejercitarse. Está súper bien fijada, podrías colgarte de ella y te aseguro que no se cae. Esa puerta es un armario. Ahí guardo las herramientas, cuerdas, cinta, cajas y de todo. Al final del pasillo está el cuarto. Esa es la cama en la que espero que me hagas el amor de vez en cuando. Hay un nochero para ti y otro para mí. Mira, en el mío están las medicinas que me receta el doctor y otros 10 frascos de drogas de prescripción que me he ido encontrando en el camino. Por último, pero no menos importante, está esta bolsita púrpura detrás del cajón. Aquí guardo el revólver de mi papá. Lo saqué de su armario hace dos años y aún no se entera. Como verás, lo tengo con una sola bala, pero mañana consigo otra, no es difícil.

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