Montaron el campamento en la playa, hicieron la cena, caminaron un poco y se sentaron frente a la fogata. Uno de los Boy Scouts más chicos le pidió al guía que contara un cuento de terror. Jairo no se sabía ninguna historia pero, ante la insistencia de todo el grupo, se encontró narrando la de Marino «Lento» Caicedo.
La historia era de Lento, Chorizo, Petardo y Mum-Ra, cuatro niños que hace 20 años —y a punta de mentiras—, salieron de sus casas para venir un fin de semana a la costa para acampar justo donde estaban ellos ahora.
En la historia, Lento no hacía más que quejarse. Sus amigos se cansaron de sus quejidos y lo obligaron a meterse a medianoche al mar para probar su hombría. Lento, a medio llorar, nadó hacia las olas y nunca volvió. Los chicos lo buscaron pero al final decidieron volver a casa, mentir y nunca contar lo sucedido.
Poco tiempo después empezó el rumor de que un niño se aparece a medianoche, grita “¡soy un hombre!» y con fuerza sobrenatural arrastra a los excursionistas al mar para ahogarlos. Dicen que es Lento que busca vengarse de sus amigos, pero como pasaron los años y ya no puede reconocerlos, ahoga a cualquier hombre que se encuentra.
«¡Soy un hombre!», gritó uno de los Scouts y todos se sobresaltaron. La risa se adueñó de la noche por varios minutos. Al volver la calma, Jairo envió a todos a dormir.
Cuando se quedó solo pensó en la historia. Era la primera vez que la contaba y la única vez que sonreía al recordar aquellos momentos.
Fue su última sonrisa.