Me enseñaron a escribir y a contar desde los tres años con ayuda de naipes, corcholatas de colores y revistas de ciencia.
Mi televisión (de esas grandotas de madera ) no se veía, así que tenía que imaginarme lo que sucedía adentro, ¡oh imaginación!
La poesía es como un sol, adentro, único y salvado: respirar de sus manos amigas, como de pájaros azules que se vuelan por el cráneo, pisar el pasto seco y el aroma acuarela de los mercados, decir con sus jaulas las negras olas desnudas que me toman por el brazo; el sol ondula por encima, como un pálido disco blanco enjuagado. Cuando no trabajo en mi laboratorio me gusta salir a caminar mucho y visitar el océano, ¡ah! y los efectos psicodélicos de las guitarras jaguar.
Me gustan las puertas viejas y vencidas, los paseos sin sentido y el viento en la cara cuando voy en moto. No me gusta cortarme el cabello.
Luz de noche
Voy a encontrarme con un yo que no sé cuándo perdí. Espero aún esa epifanía que ilumina a kilómetros de distancia entre nubes…
Amor insecticida
Siempre he encontrado un especial encanto por los amores imposibles; esa atracción suicida al intentar cruzar la línea de la amistad, esa que…
El inquilino
Francis Ford Coppola marcó mi infancia con su versión fílmica de Drácula: el príncipe, el empalador, el fantasma transgresor de doncellas. Desde entonces…
Camino a casa
Alguna vez, hace ya algunos ayeres, quise entender qué pasaba con mi vida, con el mundo. Soñaba con pisar cada rincón de esta…