Estéril de pensamientos me encuentro aquí sumergida en el vacío de una arquitectura diseñada para almas muertas. Respiro entre mis coágulos de sombra por donde se escurren el miedo y los instintos. Me siento como un archipiélago en la orilla de un mar sin olas.
Mi imaginación difiere de esa realidad monocroma donde se asoman los que quieren juzgar todo. Por momentos tengo la sensación de que una jauría me vigila al otro lado y la impaciencia me consume al escuchar sus respiraciones.
La garantía de lo incierto viene acompañada de sensaciones que me obligan a convertirme en un molusco que se oculta bajo un caparazón de cabellera negra.
No hay salida para el tamaño de mis nervios, apenas una diminuta puerta me hace compañía y pareciera que de un momento a otro va a desaparecer.
He decidido encerrarme en mí misma porque perdí la fe en la humanidad aunque mi cuerpo me pide a gritos salir corriendo.