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Mucha mierda

Desde aquel piso 14 supervisaba al ejército de palomas mensajeras encargadas de llevarte una señal de mi inagotable furia. Debido a la tensa misión del día y un tanto por necesidad fisiológica, una paloma medio regordeta y poco hábil, soltaría la presión del momento a través de una astuta carga de caca, cayendo así en tu hombro por mera coincidencia gravitacional.

En ese momento, la misión habría llegado con éxito a su fin. Tú en cambio, pensarías en mí de inmediato, de esa vez que te dije que era de buena suerte que te cagaran los pájaros. Entonces cada que te pasaba eso, lo tomabas como una señal divina que no estabas del todo jodido. En tu caminata habitual te toparías con toda esa gente estresada por el tráfico y se preguntaría qué carajo te está pasando y es que así eres tú, con esa cara de bolillo medio crudo sonriendo por cosas que para otros sería una desgracia.

Yo mientras tanto, estaría escarbando más tierra, de esa que hasta sientes bonito cuando piensas en quién y por qué estás creando esa distancia.

Y es que ¿qué más se le puede pedir al destino que un artefacto de tácticas no convencionales a mi favor?

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Escritora. Escribe para no olvidar(se). Escribe recordando que las letras divagan entre libros e imágenes, por eso se apresura a aprehenderlas. Escribe porque le atraen los instantes. Escribe porque le desespera esperar. Escribe aunque su letra sea todo menos bonita.
Diseñador / ilustrador / animador / teatrera / mesera y lo que venga.
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