Saltear al contenido principal

Nada que entregar

Ahora que mi madre ha muerto recuerdo sus ojos, su mirada triste cuando me veía arreglarme para salir. Sin poder hacer nada me decía:

― Cuídate.

— Sí mamá, me cuido.

— El corazón, cuídate el corazón. Siempre lo llevas en la mano para entregarlo a ciegas.

—Sí mamá. Tú siempre tan dramática.

En su tumba ahora crecen los cardos y la hierbabuena. En las tardes le ha dado a un cardenal por irse a posar sobre su lápida. Me hubiera gustado enterrarla con mi corazón pero, entre lágrimas de sangre, ese se me perdió, quedó tirado en la esquina del lugar más lúgubre entre escupitajos y semen rancio, entre orines y vómito. Sí, ese mi corazón que mi madre hubiera querido guardar en caja de cristal. Ese corazón que regalé a la oscuridad y que ahora seguro se pudre en un basurero.

Loading
Escritora. «Larga y ardua es la enseñanza por medio de la teoría, corta y eficaz por medio del ejemplo.» –Anónimo
Diseñador / ilustrador / animador / teatrera / mesera y lo que venga.
Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

Las nubes

Infancia

Recordé cuando me gustaba girar muchas veces mientras miraba al cielo. Cuando me dejaba caer en el jardín y la tierra y yo…

Chamán

Ciudad

Un chamán fuma una especie de pipa. Volutas pronunciadas y grises salen de ésta. El individuo levita sobre la ciudad. Por la espalda…

Volver arriba