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NAHUI OLIN

Cuando por fin las furias me soltaron
me encontré a mí mismo caminando por la costa,
aún con la piel hecha tigre y el ojo encarnado
miraba los cristales de colores, crucificados por la arena.

Una mariposa azul de cabellos como de ola
me ofreció sus nalgas para amanecer cantando;
me vi colgado de su cola, justo
al cuarto giro de sus punzantes ojos verdes.

Colgado como un astrónomo fracasado,
tuve que compartir la cola
con cuerpos de estrella
y esqueletos desmembrados de elefantes bebé.

A veces me miraba como un géminis débil
y me alimentaba de su leche de orquídea.
Yo solía hundirla en mi pecho
y llevármela a ciudades de catedrales transparentes.

Cuando los peces nos inculparon
de anidar entre estrellas muertas y supernovas apagadas,
decidimos hacernos un tatuaje en la piel del universo.
Justo antes que me marquen, prometí provocarle un ataque cardiaco.
Ella nunca me perdonó.  .  .  .   Regresé al mar.

Convertido en un soldado de los hielos,
emprendí un viaje de regreso a ella,
rojo y condenado como un cohete loco.

Navegué entre lunares de gigantes,
luminoso como un valiente astrónomo.
Destruí los pilares de todo el cielo.
Él nunca me perdonó.  . . . Regresé al mar.
Hambriento «como un agujero de gusano»
tan negro como los ojos de los hombres.

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Me enseñaron a escribir y a contar desde los tres años con ayuda de naipes, corcholatas de colores y revistas de ciencia.

Mi televisión (de esas grandotas de madera ) no se veía, así que tenía que imaginarme lo que sucedía adentro, ¡oh imaginación!

La poesía es como un sol, adentro, único y salvado: respirar de sus manos amigas, como de pájaros azules que se vuelan por el cráneo, pisar el pasto seco y el aroma acuarela de los mercados, decir con sus jaulas las negras olas desnudas que me toman por el brazo; el sol ondula por encima, como un pálido disco blanco enjuagado. Cuando no trabajo en mi laboratorio me gusta salir a caminar mucho y visitar el océano, ¡ah! y los efectos psicodélicos de las guitarras jaguar.

Me gustan las puertas viejas y vencidas, los paseos sin sentido y el viento en la cara cuando voy en moto. No me gusta cortarme el cabello.

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