Ahí está el círculo de filosofías forjadas y oro opaco, el universo negro de brillos palpitantes. Ahí está, entregado como ofrenda por el esclavo simple de brazos cortos inmune a la vista de aquella diosa de cien escuelas. Ahí está el hueco sin dimensiones lleno de dicha, esperanza, luz y todos sus correspondientes antónimos. Ahí está, ansioso e irracional, bailando la eterna canción de los objetos inanimados que añoran el tacto. Ahí está, inalterable ante las conjugaciones y los tiempos, encima de la mesa, sobre una servilleta desechable.
Tensión
Una incógnita de motas luminosas, de gestos que descubren quién eres con lentitud, sin la prisa que lleva el presente. Ese es tu…
El tul de las burbujas
Ni siquiera por ser muy tumultuoso frufrú de uruchurtu ni por rendirle cuentas al Zulu del Sur que, burlándose, me preguntó: ¿cuántas ovejas…
Buena estrella
Karina es una de esas personas que nació con estrella. Buena en todo lo que se proponía se constituyó como artista y diseñadora…